La videncia natural es una cuestión tan antigua como la propia existencia de ser humano. Ya desde tiempos remotos existen testimonios de personas que poseían el poder de la clarividencia en edades muy tempranas. Dichas personas, por otra parte, solían, en según qué épocas, ser castigados incluso con la muerte si demostraban en público que poseían este “don”, en otras épocas eran y aún hoy siguen siendo, en determinados contextos, marginados, apartados socialmente y tachados como “personas raras”.
Por otra parte, podríamos decir que la videncia natural es aquel don que una persona-vidente posee desde su nacimiento y que va desarrollando con los años.
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El don de la Videncia Natural
Es cierto, otro hecho a tener en cuenta, que muchos de esos videntes fracasan en su intento de desarrollar dicho don de clarividencia natural debido a que, muchas veces, se ven abrumados ante el cúmulo de visiones y sensaciones diferentes. Es también dramático saber o intuir determinados hechos, negativos, que el destino puede deparar a una persona o un grupo de gente. Hay quienes no pueden canalizar tal presión, tal sentimiento, por ello deciden, voluntariamente, dejar o intentar acallar dicha habilidad. Aún así, es complicado despojarse de un poder tan profundo y natural como este que nos ocupa, por ello se podría concluir que, aunque algunos no consigan desarrollarlo (porque no quieren, no pueden o su entorno les es hostil), no significa que dejen de poseerlo
En principio, el vidente natural tiene un nivel intuitivo y precognitivo mucho mayor que el resto de las personas. Desde un punto de vista científico, determinadas partes de su cerebro están más desarrolladas. Algo esencial es que, con el tiempo, dichas personas con esta capacidad, aprendan a dominar y gestionar sus habilidades y enfocarlas, canalizarlas en ayudar a otras personas, bien sea a modo de oráculo, analizando y aportando información sobre distintas circunstancias y hechos futuros o, por otra parte, profundizando en el interior de la persona, iluminando y fomentando todas aquellas capacidades y energías que tenemos dentro, pero que a veces no sabemos desarrollar.
Videntes de nacimiento
Como se puede intuir, la videncia natural tiene mucho que ver con el nacimiento de una persona, pero también es esencial el desarrollo de dicho “don” durante toda su vida, lo cual requiere comprensión y aceptación en el entorno de convivencia y familiar. Además, es esencial también que la persona sepa, como ya hemos dicho, canalizar y enfocar dicho poder.
En la mayoría de los casos se pueden encontrar antecedentes de personas que han desarrollado una videncia natural y sus padres o determinados ancestros también poseían estas facultades. Es lo que los expertos llaman “legado natural”; no siempre se produce de una generación a otra, ni de padres a hijos. En según qué contextos y qué familias, podemos encontrar una o dos generaciones que, aparentemente no han llegado a desarrollar tal cualidad, al menos ninguno de sus miembros han mostrado poseerla.
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Este hecho anterior, llevo a los expertos a conjeturar que para la adquisición de tal “don”, se requiere, además de un antecedente genético, cierta predisposición mental y energética. De tal manera que solo determinadas personas, sensibles y con gran capacidad intuitiva eran capaces de desarrollar dicha videncia natural.
Hay quien sostiene que, a veces, cuando alguien tiene esa “capacidad” aún no desarrollada y en su infancia sufre un accidente o está cerca de la muerte, dicho “don” se activa mediante el desarrollo de distintas capacidades cerebrales. Son, en este sentido, muchos los ejemplos que ilustran dicha teoría.
Sea como fuere, la videncia natural es un don que sólo unos pocos poseen, en nuestro caso, nuestros videntes, ponen al alcance de todos una vida entera dedicada al perfeccionamiento y desarrollo de dicha videncia natural, en loor de una ayuda y una iluminación interior que nos ayude a ser mejores con nosotros mismos y aspirar a la esquiva felicidad.